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¿Qué significa realmente “Administrar”?

Comunidad TUA+LAE
Tecnicatura Universitaria en Administración - Licenciatura en Administración de Empresas

¿Administrar es solo mandar? ¿Planificar? ¿O es algo más profundo? A lo largo de más de un siglo, el concepto de administración fue transformándose, adaptándose a nuevos desafíos, contextos y formas de pensar. Lejos de ser una práctica rígida o técnica, la administración es hoy un campo dinámico que incorpora enfoques interdisciplinarios y conocimientos tan diversos como la estrategia, la conducta humana y hasta el funcionamiento del cerebro. Este artículo propone un recorrido breve y accesible por la evolución del pensamiento administrativo, desde sus orígenes científicos hasta los modelos más actuales centrados en las neurociencias.
La palabra “administrar” suele asociarse a tareas rutinarias: armar presupuestos, asignar funciones, controlar horarios. Sin embargo, la administración como disciplina es mucho más compleja y enriquecedora. Implica tomar decisiones, gestionar recursos, comprender entornos, liderar equipos y adaptarse al cambio. Es una práctica integral, indispensable para cualquier persona que ocupe un rol organizacional, ya sea en una PyME, una gran empresa o incluso una institución educativa.

El viaje comienza a comienzos del siglo XX con Frederick Taylor, quien propuso la llamada Administración Científica. Su objetivo era lograr la máxima eficiencia productiva mediante la estandarización del trabajo y la especialización de tareas. Taylor introdujo herramientas como el estudio de tiempos y movimientos, la división racional del trabajo y la remuneración por rendimiento. Su enfoque, aunque mecanicista, sentó las bases de una administración basada en el análisis riguroso y la búsqueda de productividad.

Apenas unos años después, Henri Fayol amplió esa visión técnica al incorporar una mirada más global sobre el rol del administrador. Identificó cinco funciones fundamentales: planificar, organizar, dirigir, coordinar y controlar. Al mismo tiempo, Elton Mayo lideraba una revolución silenciosa al estudiar el comportamiento humano en el trabajo. Sus experimentos en la fábrica de Hawthorne revelaron que factores sociales, como el reconocimiento y el clima grupal, influyen notablemente en la productividad. Así nació el movimiento de Relaciones Humanas, que entendió a las personas como seres emocionales y no solo como recursos productivos.

Más adelante, las organizaciones comenzaron a ser pensadas como sistemas abiertos. El enfoque sistémico planteó que toda empresa interactúa de manera constante con su entorno, lo que implica adaptarse a variables económicas, sociales, tecnológicas y culturales. Junto a esta perspectiva emergió el enfoque situacional, que sostiene que no existen recetas únicas: las decisiones deben adaptarse a cada contexto específico, considerando los recursos disponibles, la cultura organizacional y los objetivos del momento. Administrar dejó de ser aplicar reglas fijas y se volvió un ejercicio de lectura y adaptación permanente.

Ya en el siglo XXI, surge una nueva tendencia en crecimiento que combina la administración con los descubrimientos de las neurociencias: el neuromanagement. Este enfoque busca comprender cómo funciona el cerebro humano al tomar decisiones, liderar equipos o resolver conflictos. Estudia, por ejemplo, cómo influyen las emociones, los sesgos cognitivos o la atención selectiva en el ámbito laboral. Herramientas como los “seis sombreros para pensar” de Edward De Bono o los modelos de cerebro triuno (reptiliano, límbico y neocortex) permiten diseñar estrategias más empáticas, eficaces y realistas.

Entonces, ¿qué significa hoy administrar? Significa tomar decisiones con información, pero también con inteligencia emocional; coordinar recursos, pero también gestionar vínculos. Significa leer el entorno, conducir personas, diseñar estrategias, y, sobre todo, aprender todo el tiempo.
Desde Taylor hasta las neurociencias, el campo de la administración muestra que gestionar una organización es, en realidad, gestionar complejidades humanas en entornos cambiantes. Por eso, más allá de la teoría, vale la pena hacerse una pregunta personal: ¿Qué estilo de administración te representa más? ¿Sos más técnico como Taylor o más humano cómo Mayo? ¿Te interesa la estrategia o te motiva entender cómo piensan y sienten tus equipos?

Conocer las raíces y tendencias de la administración no solo nos ayuda a liderar mejor, sino también a comprendernos como parte de un todo en constante evolución.

📚 Bibliografía sugerida

  • Chiavenato, I. (2006). Introducción a la teoría general de la administración. McGraw-Hill.
  • Fayol, H. (1916). Administración industrial y general.
  • Mayo, E. (1933). Los problemas humanos en una civilización industrial.
  • Braidot, N. (2008). Neuromanagement: Cómo utilizar a pleno el cerebro en la conducción de organizaciones. Ediciones Granica.
  • Mintzberg, H., Ahlstrand, B., & Lampel, J. (2003). Safari a la estrategia. Editorial Granica. 

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